La Radiocirugía es un procedimiento que se emplea, con distintos equipos, desde hace más de 40 años, para el tratamiento de ciertos tumores, trastornos funcionales y algunas malformaciones vasculares (malformaciones arteriovenosas, fístulas, cavernomas) del sistema nervioso central. En la actualidad, el uso de la Radiocirugía también se ha extendido a las lesiones espinales así como a otras áreas extracraneales.
La idea surge al tratar de administrar dosis elevadas en determinadas zonas para obtener los efectos deseados por el tratamiento de irradiación, minimizando la dosis que alcanza a los tejidos normales. El uso de dosis bajas no garantiza el éxito del tratamiento mientras que dosis muy elevadas suponen una elevada toxicidad en el tejido periférico sano al irradiarse en exceso. Por eso se necesita el uso de altas dosis de irradiación con sistemas que permitan un rápido descenso de la misma en la periferia.
El efecto biológico de la Radiocirugía se produce de forma lenta en el tiempo (meses y/o años). Es variable en función de múltiples factores: de la naturaleza de zona a tratar, tipo de patología, histología tumoral, volumen de tratamiento, dosis administrada,… e incluso de factores radiobiológicos aún sin determinar dependientes de cada individuo. De forma generalizada, y tras múltiples y amplios estudios, se conocen los porcentajes de resultados positivos y efectos secundarios según algunos de estos parámetros. Estos son los datos que se proporcionan al paciente para que valore qué puede esperar del tratamiento y compare con otras alternativas que se le hayan ofrecido.
Como se deduce de lo anteriormente expuesto, la Radiocirugía se basa en:
- la exacta y precisa localización del objetivo a tratar así como de las zonas de riesgo mediante los estudios de imagen que sean precisos y el adecuado control de la calidad y reproducibilidad de los mismos (TAC, Resonancia Magnética, Arteriografía, PET,…). Cuando se desarrolló esta técnica se precisó el uso de un sistema estereotáctico también llamado simplemente “marco” que se fija a la cabeza del paciente que permite conocer la posición de cada punto intracraneal respecto a ese “marco” y además inmoviliza el paciente durante la irradiación. Desde hace pocos años existe también el procedimiento de localizar una estructura dentro del cerebro guiado por la silueta craneal obtenida a partir de dos equipos de rayos X, dispuestos en dos direcciones distintas, que se cruzan en el interior del cráneo. El mayor problema que plantea esta solución es controlar el movimiento del paciente durante la irradiación.
- el uso de múltiples y finos haces de radiaciones ionizantes, generadas en aparatos específicos (generadores de radiación a través de un procedimiento electromagnético: aceleradores lineales) o bien procedentes de una fuente natural (como la radiación gamma emitida por el cobalto). El uso de numerosos haces supone una baja irradiación por cada uno de ellos de forma independiente, pero acumulan una dosis importante donde confluyen que es la zona a tratar.
- aplicación en una única sesión.
Actualmente es posible realizar respetando los dos primeros requisitos (exactitud de localización y múltiples haces) tratamientos de 2 a 5 sesiones en días distintos. De igual forma se ha conseguido aplicar esta técnica fuera de la cabeza desde 1 a 5 sesiones. Este tratamiento puente entre la radiocirugía y la radioterapia convencional (más de 5 sesiones) se denomina Radioterapia Estereotáctica Fraccionada y responde también a las siglas SBRT ( del inglés Stereotactic Body Radiation Therapy)