La Radiocirugía es un tratamiento poco traumático, complejo y multidisciplinar, que se realiza en una única sesión, pero en ocasiones se precisa el ingreso del paciente el día anterior al procedimiento. Así mismo, en algunos casos, como en los pacientes que requieren arteriografía, puede ser preciso posponer el alta hasta el día siguiente.
El paciente no debe realizar ningún tipo de preparación especial, salvo permanecer en ayunas el tiempo prescrito para la administración de los distintos contrastes que vayan a ser utilizados en las pruebas de planificación.
Según el tipo de técnica utilizada será necesario el uso de distintos sistemas de inmovilización que se utilizarán para garantizar la correcta localización de la lesión y resto de estructuras cerebrales. Pueden utilizarse máscaras termoplásticas, sistemas de vacío (cunas, moldes bucales,…), distintos marcos esterotáxicos que se fijan a la cabeza del paciente mediante el uso de anestesia local en el punto de anclaje,... La finalidad de todos ellos es la correcta localización estereotáxica, es decir, la identificación de la situación de cualquier punto (estructura sana o lesión) en las tres dimensiones del espacio.
Las pruebas que se realizan son las necesarias para cada lesión e individuo: TAC, Resonancia Magnética, Arteriografía o PET. En ocasiones alguna de ellas puede haber sido realizada días antes y se utiliza fusionándola con las pruebas que se hacen ya en las condiciones necesarias para la planificación de la radiocirugía.
Una vez procesadas las imágenes, se trabaja con ellas hasta obtener el mejor plan posible para cada caso. Tras ello, se llevan a cabo las comprobaciones técnicas, físicas y médicas necesarias y el paciente puede ser tratado.
Durante el procedimiento el paciente permanece en una camilla, con la cabeza inmovilizada en un sistema de fijación del equipo de irradiación, durante un periodo de tiempo variable. No se experimenta ninguna sensación extraña: ni calor, ni corrientes,… la radiación es indolora e imperceptible. Una vez concluido el tratamiento se retira el marco y el paciente puede ser dado de alta el mismo día.
Tras el procedimiento el paciente no precisa tampoco ningún tipo de cuidado especial, pudiendo incorporarse a su actividad habitual cuando lo desee. Deberá seguir con los mismos tratamientos que realizaba previamente (analgésicos, antiepilépticos, corticoides), modificándose los mismos en función de su evolución.
Los especialistas de referencia del paciente continuarán con su control y realizarán las pruebas de seguimiento necesarias para confirmar el éxito del tratamiento. El efecto de la Radiocirugía se debe evaluar en los meses y años siguientes dado que se trata principalmente de confirmar la ausencia de crecimiento de las lesiones tratadas.
En el caso de las MAV cobra especial importancia el control y medidas de vida que el paciente ya seguía. Debe continuar con las mismas mientras dure el proceso de cierre de la malformación (de 2 a 4 años) ya que hasta su total obliteración persiste el riesgo de hemorragia.