Determinar la dosis y técnica más adecuada para tratar cada caso requiere tener en cuenta muchos factores (histología, radiobiología, localización, etc.) y, en base a ellos, se informa al paciente de los beneficios y posibles efectos secundarios que se pueden esperar.
Uno de los factores más importantes para estudiar la posible evolución de un tumor es el carácter benigno o maligno del mismo.
En los tumores benignos el crecimiento, en general, es lento por lo que se puede esperar un índice de control en ellos de aproximadamente un 80 - 95 %. Es el caso de los schwannomas, meningiomas, paragangliomas, etc.
En las malformaciones vasculares la oclusión depende también de múltiples factores, siendo el más importante el volumen de la misma así como las zonas críticas periféricas ya que son los que van a determinar la posibilidad de administrar la dosis adecuada. A pesar de realizar un tratamiento correcto, el proceso de cierre se produce normalmente a partir del segundo año, no dándose por finalizado hasta los 3-4 años. Hasta ese momento persiste el riesgo de sangrado. El porcentaje de cierre oscila, según múltiples parámetros, alrededor del 80 %.
En los tratamientos funcionales la respuesta es progresiva: suele comenzar en los meses siguientes al tratamiento dentro de un rango muy variable (3-9 meses) y paulatinamente el paciente va mejorando y, en ocasiones, disminuyendo la medicación que precisaba para el control sintomático. Es esencial la colaboración con los especialistas en Neurología y Psiquiatría que controlaban previamente al paciente y que deben seguir con las pruebas y terapéuticas que consideren oportunas en función de su evolución clínica. Las mejores respuestas se obtienen en la neuralgia típica del trigémino donde en algunas series se alcanza el 75 - 85 % de respuestas completas del dolor.